La digitalización y el individualismo conectado, permitieron que la movilidad y la deslocalización nos permitieran acceder desde cualquier lugar a nuestro trabajo, grupo de amigos, operaciones bancarias y ocio o recreación
La primera tendencia de hornear y preparar alimentos no solo tiene que ver con el ocio sino con la necesidad de «generar hogar» a partir del fuego y de actividades primarias que signifiquen refugio y seguridad.
Volver al hogar como nodo de operaciones implica generar condiciones para poder hacerlo. Las desigualdades hacen que la noción de hogar sea diferente para cada quien. Puede ser refugio o prisión por la falta de espacio o por las relaciones tóxicas que se generan.
Acondicionar el hogar como lugar de estudio, de trabajo, de bienestar, implica ampliar bienes y servicios enfocados al nodo. Menos viajes, pero más plataformas de contenidos, mejores sillones, domotización, seguros del hogar, internet de las cosas, incluso pensar en cambios de residencia alejados de la ciudad y de espacios pequeños que sacrificaban espacio a cambio de espacios de socialización, de compra y recreación comunitarios.
Después de pasada la epidemia y superado el hartazgo de la fase final del confinamiento, esta etapa podrá ser revalorada en forma de nostalgia por el marketing sentimental.