El storytelling sigue presente en los relatos publicitarios. Muchos se basan en la familia y en el heroísmo de actores sociales, como médicos o repartidores de comida. La vulnerabilidad a causa del aislamiento se centró en los sentimientos: compañía, consuelo, ánimo, optimismo, unión. Sin embargo, un sector crítico deslegitimó estas estrategias al provenir de productos como alimentos chatarra o refrescos. AUnque siga funcionando la publicidad sentimental, necesita alinearse con valores más allá de lo sensible y lo que conmueve.
Las plataformas digitales más novedosas están marcando el ritmo de la publicidad: los aciertos de Instagram se ven opacados por la estrategia de TikTok: retos virales que involucran a gente de todas las edades y que no se centran en las bondades del producto, sino en su aparición en distintos escenarios y por diferentes actores. Sostienen el awarness de la marca de manera eficaz.
La recomendación de productos basados en búsquedas pierde efectividad. En tiempos de hiperdigitalización ya no solo se busca lo que se necesita, sino que se curiosea, se revisa, se pierde el tiempo… el clic no sólo es sinónimo de deseo sino incluso de hastío por lo que no todo el algoritmo. TikTok es eficiente porque anticipa el deseo.
Las estrategias narrativas post-covid no sólo deben impresionar al cliente, sino involucrarlo: la idea de prosumer se hará más fuerte y, si en un momento parecía que los influencers ya no tenían mucho qué decir, de su imagen, sus valores asociados y su presencia, dependerá la adopción de tendencias.