La inequidad de género

El discurso de empoderamiento de muchas mujeres se vio opacado por la realidad: en muchos hogares tradicionales, a pesar de que ambos trabajan, se privilegió el trabajo del padre por sobre el de la madre. Las mujeres terminaron llevando el peso del hogar, de las tareas domésticas y de la educación de los hijos con las dificultades añadidas del confinamiento.

 

En su mayoría, aquellas que tenían posiciones de responsabilidad y que accedían a mejores sueldos y que por lo tanto podían contratar a una trabajadora del hogar, tomaron conciencia de la importancia de la distribución de tareas, de la procuración de cuidados y de la autosuficiencia doméstica.

 

Marzo fue un mes muy potente para las mujeres: la campaña digital de #UnDíaSinMujeres, las marchas, las protestas y el ambiente general hizo propicio un discurso de género que fue opacado por la realidad de la pandemia y por otras prerrogativas que dejaron de lado estas pequeñas conquistas cotidianas de muchas mujeres.

 

La atávica asociación de mujeres – hogar, puso de nuevo en la mesa el tema de la carga mental. En el terreno laboral, se demostró que el Home Office no es un esquema que favorezca a las mujeres en términos de crianza bajo la situación de excepción.