Antes del estado de emergencia, hacer home office se consideraba una especia de premio o acción. Sobre todo en el caso de las mujeres formaba parte de una falsa conciliación laboral.
Las ventajas como el ahorro de tiempo, el beneficio ecológico, la optimización de los procesos y la simplificación de los esquemas tendrá que ajustarse a las competencias tecnológicas de todos los involucrados.
Algunas empresas renuentes al trabajo en casa finalmente han descubierto las ventajas en términos de ahorro de gastos y desplazamientos. Habrá que reconsiderar si estos esquemas cubren los gastos que hacen los empleados como agua, luz, computadoras, insumos, entre otros.
Hacer Home Office en tiempos de pandemia ha resultado muy desgastante pues los periodos de descanso habituales en oficina, se suplen con atención a cuestiones domésticas o de supervisión de los hijos. No hay un corte de espacios entre el destinado a la vida familiar o personal y el destinado al trabajo.
La clave será el equilibrio entre beneficios para la empresa y beneficios para el trabajador. No será tan importante que un lugar de trabajo ofrezca esta posibilidad como las condiciones bajo las que se desarrolle. Sin embargo ha sido un simulacro forzado para los centros de trabajo que empezaban a planteárselo.